La responsabilidad de una alumna de siete años a solo 6 días del estreno del 25 Aniversario del Centro me ha emocionado enormemente. Esta es una excelente repuesta de lo el trabajo complejo que hacemos en las clases de Predanza y de porqué somos Muchomasquedanza.

Lo bonito de la enseñanza es que cada día enseñas algo nuevo. Pero a veces, es el propio alumnado el que nos enseña a nosotros y aprendemos cosas preciosas, como hoy. ¡Qué lujo enseñar a niñas así!

Fotografía de una cogida tomada en el Centro de Danza Sandra Santa Cruz con una alumna de Predanza II de 6 años. El baialrín acostado en el suelo con las piernas ahcia arriba tiene a una niña de  6 años cogida con su manos mientras ella apoya sus caderas en los pies de él, mientras Sandra los corrige. Prima la responsibilidad de todos ante el 25 Aniversario del Centro.

Anécdota del día:

Claudia Hernández Pérez no ha cumplido siete años y lleva bailando tres, en nuestro Centro. Hoy vino con una herida más que notoria en una de sus rodillas. Aunque venía con ella bien tapada, motivo por el cual no me percaté de que fuese tan importante, después de varios ensayos de una de sus coreografías en la que se desliza por el suelo, lógicamente, el apósito se le rodó y se pueden imaginar el resto…

Lo que más me impactó fue que acabó de bailar como si no hubiese pasado nada, con pose final incluida… Tal y como hubiese hecho cualquier bailarina profesional, sus palabras fueron:

No se notó verdad, aunque me dolió, yo seguí bailando…

Claudia Hernández

¡¡WOW!! ❤️

Responsabilidad y valores

Su responsabilidad habla por sí sola. No solo asistió a clase para no perdérsela. Además de no decir nada, para no restarle tiempo del ensayo; de bailar intentando, que no se notara que estaba incómoda; de respetar toda la coreografía, sin dejar de hacer los desplazamientos por el suelo; ¡aguantó el dolor, hasta que consideró que había salido del escenario!

Lógicamente, llegó un momento en el que no pudo más y estalló. Tuvimos que parar para curarla y achucharla para que dejase de llorar… ¡mi niña, pobrecita! Me partió el alma. Pero lo que resulta aún más increíble, es que no quiso ni sentarse, porque faltaba aún el ensayo de Mis Cinco Sentidos y no quería irse a casa sin ensayar sus dos coreogra´fías.

¿Cómo no voy a estar loca con mis bailarines? Al empiezan a bailar tan pequeñitos respiran nuestra pasión y compartimos los mismos sentimientos; parece que el gusanillo de la danza se mete dentro de sus almas y sientan que pueden alcanzar las metas que se porpongan.

 ¡¡¡Gracias Claudia, tu entusiasmo me emociona!!!

Sandra Santa Cruz